Una pyme con un parque de maquinaria que incluye 12 centros de mecanizado y 8 tornos, operados por solo 3 operarios por turno, enfrentaba un reto común pero crítico: sus máquinas no alcanzaban la eficiencia deseada. A pesar de vender horas/máquina a sus clientes, existía una brecha entre la capacidad de producción teórica y la real.
Las causas de la ineficiencia eran una incógnita hasta que la empresa decidió invertir en una solución de monitorización en tiempo real.
Solución: sensores para la captura de datos y andons visuales
La instalación de sensores para monitorear los tiempos de parada de las máquinas fue el primer paso hacia la transformación. Estos sensores proporcionaron datos precisos sobre el funcionamiento de las máquinas, detectando inmediatamente cualquier interrupción en la producción.
La información se compartió a través de andons visuales, tableros que informan sobre el estado de producción, accesibles para todo el equipo, lo que incentivó una cultura de reacción inmediata y mejora continua.
Resultados: mejora sustancial desde el primer mes
El impacto de esta estrategia fue palpable. En el primer mes tras la implementación de los sensores y los andons visuales, la empresa experimentó una mejora del 14% en la disponibilidad y eficiencia de sus máquinas. La visibilidad de los datos en tiempo real y la capacidad de actuar con rapidez frente a los paros inadvertidos se tradujeron en un aumento significativo de la productividad.
Reactividad del personal: un factor decisivo
Un aspecto clave en este éxito fue la reactividad del personal. Al estar informados constantemente sobre el estado de las máquinas, los operarios pudieron intervenir de manera efectiva para minimizar los tiempos de inactividad. La tecnología fue una herramienta, pero la respuesta rápida de los empleados fue el motor del cambio.
Este caso ejemplifica cómo la tecnología, combinada con un compromiso humano hacia la eficiencia, puede conducir a mejoras significativas en la producción. La pyme metalmecánica es ahora un ejemplo de cómo la monitorización en tiempo real y una cultura de reacción rápida pueden optimizar las operaciones de manufactura.
